Atado a su Olvido

Nunca había hecho un verso como el tuyo,
en donde pudiera reflejar la más grande nostalgia de no tenerte,
aquella dulce magia furtiva como lo es tu risa,
ni la calidez de aquel abrazo que me dejaste.

Son las horas siniestras mensajeras que anuncian la muerte del querer,
ambos abrimos la carta, nos miramos y pretendimos no saber leer,
mas cual ineludible final era la amargura en tu mirada,
sentimientos de soledad premeditada nos embargaba.

Es necesario dejar de escribir mi bella niña,
el reloj y su escandaloso tic tac no va a parar,
así como tampoco los rayos nos dejaran de iluminar,
sólo quédate hasta que nuestros cuerpos se desvanezcan.

Y su recuerdo se quedo conmigo,
sus cadenas aún retumban mis oídos,
queridos amigos ustedes me entenderán,
cuando digo que de sus latidos no me olvido.


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