Sin Sabor a Mar
Hoy me voy con sentimiento de vacío a dormir,
escuchando a los perros aullar,
y a las olas flagelar la orilla que jamás he de pisar,
me voy con aquel aire que hiela los pies,
mientras me pregunto si ya no me quiere oír.
Los minutos pesan y los párpados se aligeran,
las olas embravecidas aún se dejan oír,
y ahora es un maullido desgarrador el que se hace presente,
vuelvo a mirar el reloj y tan solo han pasado dos minutos,
mientras me pregunto si estará con otro.
El corazón agitado cual corcel galopante,
la garganta un nudo como aquellos de mar,
mi vista se siente llover entre tanta violencia,
mis manos no le dejan de temblar ni de escribir,
mientras me pregunto si la besa mejor que yo.
Las estrellas hoy no han querido mostrarse,
la luna igual, tan cobardes para decir la verdad,
sin embargo las nubes me saludan haciéndose notar,
y un teléfono aún sin sonar me dice la hora,
mientras me pregunto si también la sabe tocar.
Mi voz que hace recuerdo al cristal partido,
y mis gotas de lluvia que no cesan,
el temblor que no deja mis manos en paz,
la radio anuncia que son veinte minutos ya,
mientras me pregunto si ya la hizo temblar.
Esta cama se ha transformado en mi ataúd
y mil pedazos de confianza me han vestido de gala,
sus falsos ojos de piedad deseando no verme,
como siempre una mentira más, ¿Qué más da?
mientras me pregunto si también la ha de abrazar.
Mi cuello tenso a causa de una sirena que oigo pasar,
puedo ver la luz al final del pasillo de almas en pena,
siento que ya no queda nada por qué luchar,
tan solo unas horas quedan para poder despertar,
mientras me pregunto si se han vuelto a amar.
Olas infinitas que no cesan de labrar las rocas,
el profundo vacío de una noche poco estelar,
y un ralentizado reloj despertador anunciando las dos
me hacen recuerdo que tan solo una hora ha pasado,
mientras ella me pregunta ¿Amor has descansado?
escuchando a los perros aullar,
y a las olas flagelar la orilla que jamás he de pisar,
me voy con aquel aire que hiela los pies,
mientras me pregunto si ya no me quiere oír.
Los minutos pesan y los párpados se aligeran,
las olas embravecidas aún se dejan oír,
y ahora es un maullido desgarrador el que se hace presente,
vuelvo a mirar el reloj y tan solo han pasado dos minutos,
mientras me pregunto si estará con otro.
El corazón agitado cual corcel galopante,
la garganta un nudo como aquellos de mar,
mi vista se siente llover entre tanta violencia,
mis manos no le dejan de temblar ni de escribir,
mientras me pregunto si la besa mejor que yo.
Las estrellas hoy no han querido mostrarse,
la luna igual, tan cobardes para decir la verdad,
sin embargo las nubes me saludan haciéndose notar,
y un teléfono aún sin sonar me dice la hora,
mientras me pregunto si también la sabe tocar.
Mi voz que hace recuerdo al cristal partido,
y mis gotas de lluvia que no cesan,
el temblor que no deja mis manos en paz,
la radio anuncia que son veinte minutos ya,
mientras me pregunto si ya la hizo temblar.
Esta cama se ha transformado en mi ataúd
y mil pedazos de confianza me han vestido de gala,
sus falsos ojos de piedad deseando no verme,
como siempre una mentira más, ¿Qué más da?
mientras me pregunto si también la ha de abrazar.
Mi cuello tenso a causa de una sirena que oigo pasar,
puedo ver la luz al final del pasillo de almas en pena,
siento que ya no queda nada por qué luchar,
tan solo unas horas quedan para poder despertar,
mientras me pregunto si se han vuelto a amar.
Olas infinitas que no cesan de labrar las rocas,
el profundo vacío de una noche poco estelar,
y un ralentizado reloj despertador anunciando las dos
me hacen recuerdo que tan solo una hora ha pasado,
mientras ella me pregunta ¿Amor has descansado?
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